Ataques de pánico, trastorno de pánico y agorafobia
¿Estas experimentando ataques de pánico? ¿Sientes miedo que te vuelva a ocurrir? Ese miedo te ha hecho cambiar tus rutinas y evitar salir o hacer ciertas actividades?
Un importante porcentaje de los pacientes que acuden a mi consulta para iniciar una Terapia Cognitivo Conductual señalan experimentar ataques de pánico, que son apariciones bruscas y muy intensas de sensaciones físicas y miedo extremo que te hace pensar que te vas a desmayar, que te va a dar un infarto , que pierdes el control o incluso que puedes morir. Esta experiencia es realmente aterradora. ¿Estás experimentando ataques de pánico? ¿Sientes miedo de que te vuelva a suceder? ¿Ese miedo te ha obligado a cambiar tus rutinas, evitas salir o realizar ciertas actividades?
Si estas preguntas te causan sentido, es probable que estés experimentando un trastorno de pánico con agorafobia. Sé que suena rimbombante ese nombre y que el nombre en sí mismo puede llegar a asustarte.
Pero es importante que sepas de qué se trata, para que puedas superarlo. Recuerda que empíricamente se ha demostrado que un muy alto porcentaje de personas que han sufrido de este trastorno, han podido superarlo a través de una terapia cognitivo – conductual (en conjunto con medicamentos recetados y controlados por un médico psiquiatra) y han logrado recuperar su bienestar y su vida, ya no como antes, sino que mucho de ellos de una mejor manera, pues han desarrollado una "resiliencia", es decir, "lo que no te mata, te hace más fuerte".
Aún así, entiendo cómo te sientes. Sufrir de ataques de pánico, los síntomas físicos, emocionales y psicológicos que sientes en cada crisis, ver cómo ya no te sientes capaz de realizar actividades que antes hacías, que quizás no te motives a salir de casa y que cuando te obligues a hacerlo (por ejemplo, tomar una micro, o ir al supermercado), vivas esa experiencia con mucha ansiedad y miedo, lo que genera aún más angustia y que en ocasiones te puede llevar a pensar que no saldrás de esto.
Es esperable que te sientas así, pero recuerda que hoy es un gran día, pues estás iniciando tu camino hacia la recuperación.En esta primera etapa de tu tratamiento, es importante que tanto tú, como tus redes de apoyo más cercanas conozcan y entiendan la naturaleza de tus problemas de ansiedad y trastorno de pánico. Para eso, es importante que en primer lugar identifiques y sepas diferenciar entre "ansiedad", "ataque de pánico o crisis de pánico", "trastorno de pánico" y "agorafobia".
Ansiedad
Empezaré contándote acerca de la "Ansiedad". ¿Sabías que todas las personas sentimos ansiedad? Cuando digo, todas, me refiero a todas: tú, tus seres queridos, tu vecino, la señora que vende el pan e incluso yo, tu psicóloga. Pues la ansiedad es algo normal en nuestro organismo y hasta cierto punto algo necesario.
Veámoslo de este modo. Como seres humanos nos vemos expuestos a un sin número de situaciones que amenazan nuestro bienestar. Así ocurre hoy y así ocurrió hace miles de años, con los hombres prehistóricos. Ellos se enfrentaban a animales salvajes, al frio o calor, al hambre y a la necesidad de cazar, etc. Cuando debían enfrentar algunas de esas amenazas, por ejemplo huir de un animal salvaje o enfrentarlo para cazarlo, era absolutamente necesario que su "organismo se activara y se preparara para la acción" pues no lo lograrían si se encontraban relajados. La percepción de la amenaza, en este ejemplo, es algo evidente "un animal salvaje", que es interpretado por el Sistema Nervioso Central (SNC) de ese humano prehistórico. Sin embargo la activación de su organismo no lo realiza el SNC, sino que el Sistema Nervioso Autónomo (el cual recibe órdenes del SNC). El sistema nervioso autónomo se subdivide a su vez en dos otros sistemas: el simpático y el parasimpático. El sistema nervioso autónomo simpático (SNAS) es el encargado de activar nuestro organismo, o dicho de otra manera, preparar nuestro cuerpo para la acción, para la "lucha o la huida".
Recuerda que este prehistórico se está enfrentando a un animal salvaje y ya sea que salga corriendo, o ya sea que lo enfrente para cazarlo, debe tener preparado su cuerpo para dicha tarea. Y el SNAS, rápidamente (en efecto en cuestión de segundos) prepara nuestro cuerpo para aquello, le da órdenes a nuestro corazón y sistema circulatorio, a nuestro sistema respiratorio, a nuestro sistema digestivo, etc, de activarse o desactivarse según sea el caso, con tal de tener el cuerpo preparado para salir corriendo, o bien, luchar contra la amenaza.
Si lo llevamos a un ejemplo más contemporáneo, es como si estuvieras cruzando la calle y sintieras que un auto se aproxima rápidamente sin frenar. Con seguridad habrás notado que en estas situaciones, sin siquiera decidirlo, nuestro cuerpo se activa y salta hacia un lado para evitar un atropello. Pues ahí funcionó el SNAS, como mecanismo de defensa.
Ese momento en que nuestro cuerpo se activa y se prepara para la "lucha o huida" frente a una amenaza, es lo que se conoce como ansiedad, y generalmente sucede lo siguiente:-nuestro corazón se acelera para llevar más sangre a los principales músculos de nuestro cuerpo (para poder luchar o huir), es por eso que muchas veces se siente una taquicardia y se acompaña de una sensación de tensión muscular.
Como la sangre está destinada a nuestros principales músculos, hay menor irrigación sanguínea en otras zonas, como los labios y mucosas, es por eso que en estos casos muchas veces se siente la boca seca, la garganta apretada e incluso cambios en nuestra voz. En algunos momentos las manos pueden sentirse calientes, por mayor flujo sanguíneo a ellas como preparación para la lucha. Otras veces pueden sentirse frías, para el caso de huída, pues el sistema circulatorio ha decidido irrigar otras zonas para sangrar menos en caso de heridas. -nuestra respiración cambia hacia la hiperventilación, es decir, la respiración se acelera, los pulmones bombean más oxígeno para que la sangre lo transporte a los músculos.
La aceleración de la respiración puede provocar varias sensaciones como ahogo, opresión en el pecho, hormigueos, entumecimiento, ráfagas de calor y frío, sensación de mareo o temblores. -se contraen los esfínteres impidiendo su vaciamiento lo cual puede provocar dolores abdominales. Evidentemente si uno tiene que luchar no puede perder el tiempo haciendo "sus necesidades".
Pero también puede suceder que el sistema digestivo se desregula produciendo ardores, hinchazón, colitis y a veces, pérdida del control de esfínteres. -se dilatan las pupilas, para tener un mayor campo visual en caso de lucha o huida, pero dicha dilatación disminuye la capacidad de focalizar la mirada, lo que puede provocar sensación de mareo y sensación de un posible desvanecimiento. -puede presentarse piloerección, más conocida como piel de gallina. Como la sangre está en los principales músculos, baja la irrigación sanguínea a la piel produciendo palidez. Además, puede haber mayor sudoración (hay que eliminar el agua sobrante del organismo para estar más livianos para lucha o huida).Como ves, todos estos cambios que se generan en nuestro organismo son un mecanismo de defensa para poder enfrentar la amenaza.
Si nuestro SNAS no hiciera esto, no sobreviviríamos. Pero tampoco sobreviviríamos si nos mantuviéramos todo el tiempo preparados para luchar o huir. Debemos volver al equilibrio, a la desactivación. Es el momento que nuestro Sistema Nervioso Autónomo Parasimpático (SNAPS) tome protagonismo y nos vuelva a un estado natural.
Ya sabes que las reacciones corporales o fisiológicas antes descritas, se llaman ansiedad. Pero, los seres humanos, no somos sólo "seres fisiológicos", también somos "seres emocionales". ¿A qué emoción se asemejan estas reacciones de nuestro cuerpo? Creo que ya lo sabes, sí, al MIEDO. El miedo es el componente emocional de la ansiedad, es cómo lo sentimos (psicológicamente hablando). Por lo tanto, si la ansiedad es una suerte de mecanismo de defensa que nos prepara para la acción, podemos afirmar que el miedo también lo es. Sentir miedo o ansiedad permite prepararnos para actuar ante la amenaza.
Para finalizar este capítulo de ansiedad, debo decirte un par de cosas más. -Pusimos como ejemplo la amenaza y su consecuente estado de ansiedad (activación) y miedo del hombre prehistórico frente a un animal salvaje (¿huyo, o lo enfrento y cazo?). Pero, ya no estamos en la prehistoria, sino que en el siglo XXI, y ya no nos enfrentamos a animales salvajes, al menos no acá en Santiago de Chile. Hoy tenemos otras amenazas, que las conocemos como las cosas que nos estresan: el trabajo, las deudas, la familia, los cambios importantes en la vida, el ritmo de vida citadino, situaciones traumáticas, etc. Esas son nuestras "amenazas contemporáneas". Sin embargo, para nuestro cerebro es lo mismo un animal salvaje que el exceso de trabajo, que una deuda o que cualquier otro factor estresante contemporáneo.
Mientras nosotros la percibamos como amenaza, nuestro sistema nervioso nos preparará para huir o luchar, porque el objetivo que tiene es prepararnos para actuar frente a esa amenaza. -Todas las personas experimentamos ansiedad a lo largo de nuestras vidas, pero hay algunas que por características genéticas (temperamento) o por los aprendizajes adquiridos durante la vida, son más propensas a experimentar mayores grados de ansiedad y miedo. Las diferencias individuales llevan a que ante un mismo fenómeno, ciertas personas experimenten bajos niveles de ansiedad, mientras que otras experimentan altos niveles de ansiedad y miedo. Estas diferencias individuales nos hacen únicos y está bien que así sea.
Por tanto, es necesario que nos conozcamos y aceptemos como somos. La aceptación de sí mismo es algo clave para sentirnos bien con nosotros mismos y presupone tener un autoconocimiento acabado de cómo somos, cómo percibimos el mundo y cómo actuamos. La aceptación no tiene que ver con una resignación, sino todo lo contrario, pues aceptarnos como somos nos permite desarrollar las herramientas necesarias para afrontar aquellas cosas que sabemos que nos pueden afectar. -Finalmente, ya sabes que la ansiedad y miedo se activan frente a la amenaza, por ende un trabajo personal que realizarás en una terapia es identificar lo que tú consideras como amenaza y darle a dichas situaciones un peso ponderado más realista, racional y emocionalmente más controlado, de tal manera que tus niveles de ansiedad y miedo no sean tan altos.
Esto implica reconocer que a lo largo de tu vida seguirás sintiendo ansiedad y miedo, pero con niveles más tolerables y posibles de manejar.
Ataque de pánico – Crisis de pánico – Crisis de angustia
En Latinoamérica, los especialistas en salud psicológica, emocional y mental, utilizamos estos tres nombres para referirnos a lo mismo. Te entrego esta aclaración, en el eventual caso que quieras investigar más sobre el tema. Pero en este capítulo utilizaremos el nombre de "ataque de pánico".Un ataque de pánico se define como la "aparición brusca, repentina de un miedo intenso o malestar extremo".
Es decir, muchos de los síntomas de ansiedad y miedo descritos en el capítulo anterior, aparecen de manera repentina y en niveles tan altos, que la persona que experimenta este ataque puede llegar a pensar que está sufriendo un ataque cardiaco, que va a perder el control o incluso que se va a morir. Es una sensación muy fuerte, desagradable y angustiosa, que dura sólo algunos minutos, pero que muchas veces deja a quien lo experimenta un recuerdo muy angustioso y el miedo a que le vuelva a pasar.
En la mente de la persona quedan memorizadas aquellas primeras sensaciones internas que condujeron a la aparición del ataque, por lo que en algunos casos cuando vuelven a sentirlas (interocepción) experimentan miedo a que pueda repetirse un nuevo ataque.
Muchas veces el primer ataque de pánico ocurre fuera del hogar, en la calle, en la micro o metro, en el supermercado, etc., por lo que la persona genera una especie de conexión o condicionamiento que le hace pensar que si vuelve a estar en ese contexto, volverá a sufrir un nuevo ataque (miedo). Pero, otras personas pueden experimentar un primer ataque de pánico en su propio hogar o incluso de noche mientras duermen.La persona que sufre de un ataque de pánico, muchas veces considera que fue sin causa aparente. Pero en muchos casos, tras la entrevista psicológica, podemos ver que previo a ese primer ataque la persona ha vivido situaciones o experiencias de alto estrés, que la llevó a una sensación de sentirse sobrepasada, disparando sus niveles de ansiedad y miedo a un punto nunca antes experimentado.
Durante el ataque no sólo se presentan los síntomas fisiológicos de la ansiedad y del miedo, sino también se presentan algunos "síntomas cognitivos" o "pensamientos" asociados al miedo, como por ejemplo "me voy a desmayar", "me voy a ahogar", "me está dando un infarto", "me estoy volviendo loco", "me voy a morir". Existen numerosos casos de personas que han tenido un ataque de pánico y no han vuelto a experimentar otra crisis similar en el futuro, pero hay un porcentaje de personas que vuelven a experimentar otros ataques de pánico, conformándose un eventual Trastorno de Pánico.
Trastorno de pánico
Como te señalé en el capítulo anterior, tras sufrir un primer ataque de pánico muchas personas desarrollan un miedo a volver a experimentar una crisis similar. No debemos olvidar que sufrir de un ataque de pánico es una experiencia muy angustiosa; sentir miedo a que vuelva a ocurrir es algo esperable cuando desconocemos como funciona nuestro organismo frente a las amenazas o estrés y frente a los síntomas de ansiedad y miedo.
Es el mismo miedo a sufrir un nuevo ataque de pánico (amenaza de que se repita), lo que hace activar tu organismo (a través del sistema nervioso simpático), generando los cambios fisiológicos necesarios para preparar el cuerpo para la acción (lucha o huida), por ejemplo, una taquicardia, hiperventilación, etc, que al ser percibidos (interocepción), te recuerda que así empezó el ataque de pánico anterior (cognición - memoria), lo que aumenta aún más la ansiedad y el miedo, generando los síntomas cognitivos o pensamientos fatalistas: "me va a dar un ataque", "me voy a desmayar", "me voy a morir", aumentando aun más la ansiedad y el miedo, provocando un nuevo ataque de pánico.
Y este patrón se puede volver a repetir una y otra vez, como un círculo vicioso: tengo miedo de que me de otro ataque (amenaza), mi organismo activa los síntomas de ansiedad (interocepción), confirmo mi miedo con pensamientos fatalistas, mis niveles de ansiedad y miedo se disparan, me da un nuevo ataque. Por lo tanto los primeros criterios para diagnosticar un trastorno de pánico, es la presencia de 2 o más ataques de pánico en un periodo de tiempo determinado y también la presencia de una "preocupación constante (miedo) por la posible aparición de nuevos ataques". Es algo así como "miedo a sentir miedo" lo que te mantiene con niveles de activación altos para enfrentar dicha amenaza.
En otras palabras, has desarrollado una "respuesta de ansiedad anticipatoria elevada", al no saber cuándo puede sobrevenir la próxima crisis; esta ansiedad anticipatoria te provoca un estado de alerta y activación fisiológica permanente que facilita la aparición de crisis subsiguientes.
Nuevamente quiero entregarte unas palabras de contención y apoyo. Es esperable que tengas este miedo, porque hasta ahora ésta es una situación que te ha sobrepasado. Si yo no supiera cómo funciona nuestro organismo frente a la ansiedad y el miedo y experimentara ataques de pánico como lo has experimentado tú, probablemente tendría la misma preocupación.
Pero si decides iniciar una terapia comenzarás a psicoeducarte sobre cómo funcionamos los seres humanos frente a la ansiedad y el miedo y este es el primer paso para superar tu trastorno de pánico. Así es que ten la seguridad que vas por buen camino.Si has experimentado varios ataques de pánico, por ejemplo mientras hacías ejercicios en el gimnasio o mientras viajabas en la micro o durante una compra en un supermercado, es esperable que el miedo que sientas a volver a experimentar una nueva crisis la asocies a esos lugares o actividades, por lo tanto tratarás de evitarlas. La conducta de "evitación" como medida para prevenir la aparición de un nuevo ataque, genera cambios significativos en tu comportamiento y ese es un tercer criterio para diagnosticar un trastorno de pánico.
Probablemente tu estés realizando varias conductas de evitación, por ejemplo evitar actividades o situaciones en las que pueda ser difícil escapar o recibir ayuda en caso de experimentar un nuevo ataque; en el caso de que dichas actividades o situaciones debas enfrentarlas, probablemente puedes estar realizando algunas conductas de seguridad, por ejemplo, llevar un objeto supersticioso que te otorgue seguridad, subirte a la micro o al metro y pararte o sentarte muy cerca de las puertas de salida u observar a las personas que te puedan ayudar en el caso de un ataque, salir siempre con compañía, etc.
Las conductas de evitación y de seguridad son las estrategias que espontáneamente has desarrollado e implementado para afrontar la ansiedad anticipatoria de un eventual ataque de pánico. Y estas estrategias, aunque son esperables que las hayas desarrollado y hasta cierto punto probablemente te hayan dado resultado, lamentablemente refuerzan la ansiedad anticipatoria y los elementos que predisponen ante nuevos ataques de pánico. En la medida que avancemos en la terapia trabajaremos en ellas, por lo pronto es importante que identifiques tus conductas de evitación y de seguridad, como una forma de autoconocimiento en esta primera etapa de tu tratamiento.
Agorafobia
En los capítulos anteriores has aprendido que muchos de los ataques de pánico ocurren fuera del hogar, en lugares públicos o realizando diversas actividades. En estas circunstancias es posible experimentar "ansiedad en situaciones o lugares en los que sería difícil (o embarazoso) escapar o en el caso de aparecer un ataque de pánico inesperado o bien síntomas similares a la ansiedad o miedo, puede no disponerse de ayuda. Estas situaciones, por consiguiente, se evitan o se resisten a costa de niveles altos de malestar o ansiedad, o se hace imprescindible la presencia de un conocido para soportarlas".
Esto es lo que se denomina: "Agorafobia".La experiencia de un ataque de pánico resulta aterradora para la mayor parte de los que los padecen, sin embargo la ansiedad anticipatoria frente a la posibilidad de que se repita de forma inesperada y sin que sea posible anticipar o controlar su aparición, resulta probablemente, el elemento más perturbador de la vida diaria de quien experimenta agorafobia.
En definitiva, el núcleo del miedo no es el temor a determinados lugares, personas o situaciones, sino que el temor a sufrir un ataque de pánico o la anticipación de elevados niveles de ansiedad y malestar en dichas situaciones. Es decir, miedo al miedo.
El proceso de miedo al miedo conlleva varios temores:-Temor a la sintomatología somática o fisiológica. -Diversas cogniciones o pensamientos a nivel somático o fisiológico (ataque al corazón, desmayarse, ahogarse, etc.). -Diversas cogniciones o pensamientos a nivel mental (voy a perder el control, me volveré loco, etc.). -Diversas cogniciones o pensamientos a nivel social (los otros pensarán que estoy loco o que soy débil psicológicamente).Las conductas de evitación y las conductas de seguridad descritas en el capítulo anterior están muy presentes cuando se ha desarrollado una agorafobia. Como ya se ha explicado, hasta ahora han sido estrategias esperables que has implementado, pero avanzando en la terapia podrás ir desarrollando estrategias más efectivas que te permitan enfrentar con altos grados de bienestar aquellas situaciones o lugares que por el momento evitas o te generan alto grado de ansiedad y malestar.
Es tiempo de que busques ayuda te garantizo buenos resultados :) Psicóloga Valeria Vollmer
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