Un trastorno disociativo podría explicar esos episodios extraños en tu vida diaria

Seguro te ha pasado: estás conduciendo, cocinando, trabajando (o haciendo cualquier otra actividad), pero estás 100% abstraído, pensando en temas absolutamente distintos de tu tarea actual. Y de repente vuelves a la realidad, aunque incluso en ese momento no eres capaz de recordar los detalles de la ruta que condujiste, la comida que cocinaste o la tarea del trabajo que completaste.

Esto es, en términos muy simples, un ejemplo de un episodio disociativo. Sin embargo, no quiere decir que sufras un trastorno; de hecho, todos hemos experimentado la disociación de una forma u otra, con el fin de calmarnos, para desconectar de lo que nos genera estrés o por razones espirituales o de meditación.

Asimismo, la disociación no se vive sólo de una forma. Existen cinco tipos claros:

• Amnesia. A quién no le ha pasado: cuando olvidas algún incidente o experiencia ocurrida en un momento particular, o cuando no eres capaz de recordar información personal importante.
• Despersonalización. La sensación de que tu cuerpo no es real, que está cambiando o se está disolviendo. Esto también considera las experiencias extracorporales, como verte a ti mismo como si estuvieses viendo una película.
• Desrealización. El mundo en el que vives parece irreal y quizás ves algunos objetos a tu alrededor que cambian de forma, tamaño o color. Incluso puedes sentir que otras personas son o actúan como robots.
• Confusión de identidad. No tienes claro quién eres, y quizás sientes que existe una intensa lucha o conflicto interno que no permite que te definas.
• Alteración de identidad. Esto se manifiesta cuando tienes cambios muy abruptos en tu rol o en tu identidad, lo cual hace que modifiques tu comportamiento de un modo notorio para los demás.

Individualmente y de forma esporádica estas situaciones no deben traducirse en señal de alerta; no obstante, cuando se transforman en conductas reiteradas y habituales que interfieren en tu trabajo, estudios, vida social o familiar, es necesario poner mucha atención para saber si esto efectivamente puede constituir un trastorno disociativo.

Los efectos más evidentes de este tipo de trastorno se relacionan con alteraciones en tu percepción, en la manera que te comportas, que piensas, que sientes e incluso en tu memoria y cuerpo. Así, una persona puede padecer una amnesia disociativa, un trastorno de despersonalización, una fuga disociativa, un trastorno disociativo de la identidad o un trastorno disociativo no especificado.

Si sueles tener la sensación de que las personas que te conocen son realmente desconocidos, si no sabes quién eres, si te has encontrado en un lugar y no sabes cómo llegaste allí, si usas constantemente distintos tipos de letra al escribir o si tienes la idea de que tú y/o todo lo que te rodea es ficticio, es probable que debas recurrir a un psicólogo especialista en disociación.

Además, muchos problemas mentales como esquizofrenia, trastorno bipolar o personalidad borderline, cuentan con rasgos o características disociativas.

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