Uso terapéutico del cannabis en pacientes oncológicos

Durante el avance de la historia de la humanidad, han existido enfermedades nocivas para el organismo del ser humano, imposibilitando el desarrollo del bienestar individual y social, afectando no solamente al individuo que padece sino también al núcleo familiar y sus cercanos, entre las cuales el cáncer es la segunda causa de morbilidad y mortalidad, dejando una huella histórica que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) dicta en un comunicado de prensa que hasta el año 2015 se han registrado 8,8 millones de defunciones (OMS, 2017). Al respecto, el Instituto Nacional del Cáncer (INC) señala "en 2012, hubo 14 millones REVISIÓN Universidad Autónoma de Chile de casos nuevos y 8,2 millones de muertes relacionadas con el cáncer" (INC, 2017) estimando una proyección de aumento en los casos de 14 a 21 millones desde el 2012 hasta el año 2030, representando esto, un aumento del 50% de la población que padece esta enfermedad.

Aterrizando en un contexto nacional, el Ministerio de Salud (MINSAL) indica que "los tumores malignos son la segunda causa de muerte en Chile después de las enfermedades cardiovasculares, con 24.592 fallecidos en 2013 (25,6% del total de muertes) y una tasa de 139 por 100.000 habitantes" (MINSAL, 2016).

Considerando estas cifras, es relevante el desarrollo de estudios que apunte a mitigar los efectos nocivos del cáncer, en base al conocimiento de su epidemiologia y etiología, así como el desarrollo de tratamientos y con ello su prevención, colaborando así en la disminución de las cifras negativas. Considerando la excesiva proliferación del cáncer como una causa grave de mortalidad en la población global es necesario comprender a qué alude esta patología; en este sentido Martin & Gorgojo, (2007) plantean que al hablar de cáncer estamos agrupando un conjunto cercano a las 200 patologías caracterizadas por el crecimiento tisular y la proliferación de células anormales en órganos y tejidos cuya capacidad alude a la diseminación e invasión de otros tejidos cercanos junto a la eventual destrucción de estos.

Teniendo en cuenta los tratamientos actuales que propone el MINSAL, estos varían dependiendo del nivel de diseminación celular y el momento en el cual se diagnostica la patología, siendo estos la Cirugía, Radioterapia, Inmunoterapia y Quimioterapia, considerando este último el tratamiento más utilizado para retrasar o ralentizar el crecimiento de las células cancerígenas. Al examinar los tratamientos actuales del cáncer y sus posibles efectos nocivos sobre el cuerpo humano surge el uso del cannabis como medida paliativa para mitigar las reacciones adversas en el organismo, siendo evaluada en la posible restructuración de la visión tradicional de la medicina; sin embargo, a partir de las políticas de control de abuso de drogas, esta ha sido relegada bajo el marco de la ilegalidad, imposibilitando su investigación con fines terapéuticos. Al respecto podemos rescatar los diversos usos que se le han otorgado en distintas culturas.

Por ejemplo, datan vestigios en la cultura China de su uso que se remontan hace los 5000 a.C. utilizándola para la producción de fibra, fines psicoactivos y terapéuticos en el tratamiento de reuma y gripe, en tanto en Europa, el cannabis se utilizó habitualmente como anticonvulsivante, analgésico, ansiolítico y antiemético; durante la época medieval los galenos la recomendaban contra quistes y otros tumores duros hasta el desarrollo científico en Francia, el cual fomentaba su uso como sedante y calmante, además de extenderse al uso bohemio hasta la prohibición (Duran, Laporte, & Capella, 2004).

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