5 aspectos que caracterizan el trastorno de ansiedad social

La imagen predominante de una persona que sufre de ansiedad social es la de una persona que tiembla, tartamudea y suda visiblemente frente a un público. Pero la ansiedad social es mucho más.

17 SEP 2021 · Lectura: min.
5 aspectos que caracterizan el trastorno de ansiedad social

1. La ansiedad social no se limita al miedo a hablar en público

La imagen predominante de una persona que sufre de ansiedad social es la de una persona que tiembla, tartamudea y suda visiblemente frente a un público. Sin embargo, la ansiedad social es más que el miedo a hablar en público. Las dificultades asociadas con las personas con este trastorno pueden ser tan diversas como el miedo a tener una conversación, escribir un correo electrónico, mirar a la otra persona a los ojos, hacer una llamada telefónica, levantar la mano para hablar en clase, jugar juegos. En grupo, jugar un partido de fútbol, comer delante de otros, etc. Paradójicamente, podemos encontrar personas con ansiedad social que no tienen dificultad para hablar en público.

Ante un diagnóstico de trastorno de ansiedad social, el clínico no investigará si el sujeto está preocupado por una determinada situación social sino que el foco de atención será detectar si el paciente está experimentando ansiedad extrema con respecto a determinadas situaciones sociales, como por ejemplo: interferir con las actividades de su vida.

Por ejemplo,

  • ¿Cuánto es mi miedo a conversar sobre esto y aquello que me hace imposible trabajar en equipo en la oficina?
  • ¿En qué medida mi ansiedad por hablar con las personas de un grupo me impide salir de casa?
  • ¿Socializar? etc.

Es importante aclarar este aspecto porque muchas personas con ansiedad social pueden tener dificultades para reconocer si padecen esta condición y esto podría retrasar su solicitud de ayuda especializada y empeorar los síntomas.

2. Las personas con ansiedad social muestran algo más que preocuparse por ser juzgadas negativamente

Tendemos a ver la ansiedad social como algo relacionado con el miedo a sentir vergüenza, no estar a la altura de ciertos estándares o el miedo a exponer nuestras deficiencias. Sin embargo, hay personas que también experimentan ansiedad por la retroalimentación positiva y ser el centro de atención por informar buenos resultados, por ejemplo, ser elogiados por obtener excelentes calificaciones en una prueba, tener que recibir un premio por lograr el mejor proyecto. En la mayoría de los casos, este miedo está motivado por la preocupación de que puede haber habido algún tipo de error y que, tarde o temprano, todos descubrirán que "ellos" son, de hecho, impostores. En este caso, estamos hablando del llamado "síndrome del impostor".

3. Las personas con ansiedad social se preocupan excesivamente tanto por el pasado como por el futuro

Cuando hablamos de preocupación, tendemos a pensar en el futuro: por definición, nos preocupamos por lo que está por venir. Los afectados por la ansiedad social también suelen enredarse en pensar en el pasado: en este caso estamos hablando de rumia.

Es como si reviviera una y otra vez las situaciones sociales vividas en su mente, replanteándose sistemáticamente su actuación: "¿Y si no le agrado nada? ¿Y si pensara que soy estúpido y aburrido? ¡Cosas innecesarias!".

Estamos hablando de rumiación post-evento, una forma destructiva y particular de ver el mundo. Esto implica no solo reflexionar sobre el pasado, sino también preocuparse por el futuro. Un pensamiento como: "¿Y si no le gustas a nadie?" tiene consecuencias negativas en el futuro, como: "¿Y si me quedo solo de por vida?"

Cuanto más se encuentra el paciente con la rumia posterior al evento, más dudas tiene sobre sí mismo, más ansioso se vuelve sobre el futuro. En la ansiedad social, el sujeto se atasca en un bucle mental de remordimiento por el pasado y se preocupa por el futuro. Esta forma de procesar los pensamientos es difícil de interrumpir, pero es la clave para superar la ansiedad social. La terapia cognitivo-conductual puede ser útil porque le permite trabajar en la conciencia del funcionamiento del paciente y la aplicación de estrategias de afrontamiento para controlar la ansiedad.

4. La ansiedad social no es lo mismo que la introversión

Ser introvertido es simplemente un rasgo de personalidad y es opuesto a la extroversión. Ambos se refieren a la cantidad de interacción social que una persona busca o necesita y no tiene nada que ver con el miedo o la ansiedad de las situaciones sociales. Los introvertidos no necesitan mucha interacción social, mientras que los extrovertidos necesitan una mayor cantidad de interacción social. Entonces, un introvertido deja la fiesta después de una hora, el extrovertido es el último en irse. Un introvertido valora mucho más sus espacios personales y tiende a "cansarse" más rápidamente de estar en situaciones de interacción social. Pero la cantidad de interacción social que necesitamos no tiene nada que ver con la ansiedad por situaciones sociales.

El indicador de ansiedad social no será la introversión o la extroversión sino el grado de intensidad de la ansiedad con el que determinadas situaciones sociales son vividas por una persona introvertida o extrovertida.

5. No siempre es fácil identificar la ansiedad social

Existe una tendencia a creer que las personas con ansiedad social se esconden y evitan cualquier forma de vida social, como asistir a fiestas. Esta vista es incorrecta por dos razones. La primera es que, como ya hemos dicho, la ansiedad social se manifiesta de forma heterogénea. La segunda es que, aunque las personas que padecen ansiedad social tienden a evitar aquellas situaciones que evocan ansiedad, evitarlo no es lo mismo que "no presentarse en absoluto" en esa situación. De hecho, podemos identificar varias formas sutiles de evitación. Por ejemplo, voy a una fiesta pero solo paso mi tiempo bebiendo alcohol o mirando mi teléfono inteligente. Estas son formas de evitación que corren el riesgo de crear adicción. Con el tiempo, la persona termina confiando cada vez más en esa "estrategia" particular para reducir la ansiedad. Esto conduce a corto plazo a aliviar el estado de tensión, pero a largo plazo es un factor en el mantenimiento de la ansiedad, aumentando cada vez más la probabilidad de que la persona implemente esa conducta de evitación. En el caso de consumo de sustancias o alcohol, se suman todos los riesgos del caso, como el posible desarrollo de una adicción a sustancias.

Foto: Mental Health Italia.

Bibliografía

  • Tina Tessina, Money, Sex and Kids: Stop Fighting about the Three Things that Can Ruin Your Relationship, Muffinhaven Press.
  • Estudios de la Universidad de Palermo, en Argentina, sobre el amor en pareja: https://www.palermo.edu/economicas/PDF_2014/Segund...
  • Asociación de Psicología de Puerto Rico, Factores psicológicos asociados a la infidelidad sexual y/o emocional: https://www.redalyc.org/pdf/2332/233216361004.pdf

¿Quieres seguir leyendo?

¡Muy fácil! Accede gratis a todos los contenidos de nuestra plataforma con artículos escritos por profesionales de la psicología.

Al continuar con Google, aceptas nuestras Condiciones de uso y Política de Protección de Datos


PUBLICIDAD

Escrito por

Paulina Garcia Varela

Ver perfil
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

Comentarios 1
  • Ana Varela Betancur.

    Muy interesante el estudio y análisis hecho por Pauli García Varela, nos permite tener un buen aprendizaje sobre el tema, que lo describe muy claramente, me encantó, siempre se aprende tenga la edad que tenga el lector, gracias por enseñar.

últimos artículos sobre psicoanálisis

PUBLICIDAD