Psicoanálisis y singularidad

La experiencia analítica es algo que va más allá de la clínica psiquiátrica basada en manuales diagnósticos, algo que apunta aún más lejos, que da un paso más allá. El psicoanálisis va más allá de la clínica ya que tiene como horizonte el punto de diferencia absoluta de un sujeto con respecto a todo otro sujeto. Es lo que se denomina la singularidad. El psicoanálisis es una praxis de la singularidad.

La clínica, lo que se entiende por clínica en psiquiatría y psicología, es justamente una manera de subsumir lo singular en lo particular, en lo semejante, en una forma de semejanza. La clínica constituye clases, categorías, tales como la depresión, los trastornos de la personalidad, la esquizofrenia, etc. Esto es obviamente muy útil, pero son clases, en las cuales se agrupa lo que el psicoanalista Jacques Lacan, continuador de la obra de Freud, llamaba "dispersos descabalados" –épars désassortis–. Dicho de otro modo, en un conjunto clínico los elementos dispersos comparten algunos puntos en común, y son estos puntos en común, su denominador común, lo que permite agruparlos en clases.

Insisto en que esto es muy útil, y subrayo que no se trata aquí de una crítica de la clínica, que es extremadamente útil. Sin embargo, la experiencia analítica es algo que pasa por ahí pero que no se detiene ahí, sino que va más allá de la clínica, da un paso más, y ese paso más es justamente el paso a la singularidad.

Más allá de la clínica quiere decir que, en psicoanálisis, es preciso ir más allá porque la clínica no es suficiente. Es un agrupamiento de singularidades en particularidades. La particularidad colectiviza mientras que la singularidad apunta a lo más íntimo del ser humano. Lo singular es lo único, lo particular se comparte. El psicoanálisis se interesa por lo singular, por la irreductible singularidad del sujeto, mientras que la clínica, con la noción de diagnóstico, se interesa por lo particular.

A nivel de la clínica, se trata de clases, de categorías, que agrupan una serie de casos bajo una etiqueta diagnóstica. Hablamos entonces de la clínica diferencial de las neurosis y las psicosis, por ejemplo. Y aquí es preciso señalar que el psicoanálisis no es, sin embargo, sin clínica. Ya que va más allá, es decir que pasa por la clínica, pero no se detiene allí. Podríamos incluso ir más lejos y sostener que no hay psicoanálisis si no hay, previamente, el pasaje por la etapa clínica, con todo lo que ella implica de evaluación, diagnóstico, etc. Es la etapa que se denomina las "entrevistas preliminares", en la cual el analista se hace una idea de la problemática del paciente que viene a consultar en base a criterios de carácter clínico. Pero luego de esta etapa preliminar, de mayor o menor duración según cada caso, se procede al análisis propiamente tal, en el cual el horizonte es la singularidad de cada sujeto. El trabajo analítico se orienta, entonces, hacia lo más propio, lo más íntimo del sufrimiento de cada sujeto, uno por uno, caso por caso.

A diferencia de las corrientes psicológicas que se caracterizan por la implementación de métodos terapéuticos estándar, universales, aplicables a todos los sujetos que comparten la misma etiqueta extraída de manuales diagnósticos, el análisis consiste en un tratamiento de lo singular del síntoma a través de lo simbólico de la palabra. A diferencia de los enfoques psicológicos que obtienen la información a través de cuestionarios estandarizados, con preguntas pre-establecidas en relación a una supuesta norma universal, el análisis opera por medio de la asociación libre, dándole toda su importancia al relato singular de cada sujeto y su articulación con el significado propio que le atribuye a su malestar subjetivo.

Alejandro Olivos

Psicólogo Clínico de la Universidad de Chile

Magíster y Doctor en Psicoanálisis de la Université Paris VIII

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