Cinco maneras en que la Navidad afecta a tu cerebro
Aunque muchos se conviertan en Grinch cada diciembre, lo cierto es que nuestro organismo nos empuja a reír como el Viejito Pascuero.
La Navidad es un momento único del año: intercambiamos regalos, hablamos con familiares que el resto del año estaban perdidos por el mundo y comemos como si no hubiera un mañana. Por lo tanto, dicha jornada puede ser un momento de estrés o un momento de relajo.
Pero no importa si amas u odias la Navidad (es una fecha bastante difícil de evitar) – tu cerebro puede verse alterado por esta experiencia de una manera u otra. Aquí te presentamos cinco maneras en que esta celebración puede provocar que cosas increíbles ocurran en tu mente...
El espíritu festivo
La alegría en torno a la Navidad puede influir en algunos químicos de tu cerebro como la dopamina y la serotonina, lo que afecta tus niveles de felicidad.
¿Qué significa esto? La dopamina es conocida por estar involucrada con el comportamiento guiado por las recompensas y la búsqueda de placer, mientras se cree que la serotonina aumenta nuestros sentimientos de valía y pertenencia. Así que cuando las personas hablan sobre la felicidad navideña puede que sepan a lo que se están refiriendo.
De hecho, investigadores de la Universidad de Copenhagen dirigieron un estudio para tratar de encontrar el "centro" del espíritu navideño en el cerebro humano: a los participantes se les mostraron imágenes con temáticas navideñas y, en aquellos que celebraban activamente Navidad, se produjo un aumento de la activación cerebral en la corteza motora sensorial, la corteza premotora y motora primaria, además del lóbulo parietal.
Previamente dichas áreas cerebrales han sido asociadas con la espiritualidad, las sensaciones corporales y el reconocimiento de las emociones faciales.
Pese a que estos resultados deben ser interpretados con precaución, es interesante notar lo que puede generar en tu cerebro el simple hecho de sentirse festivo.
Estrés
No todos consideran la Navidad una época completamente festiva y alegre – muchas personas lo ven como una celebración estresante. De hecho, el hastío de moverse por un mall lleno de gente con el fin de encontrar el regalo ideal para tu pareja, o cocinar la comida perfecta para un grupo de familiares hambrientos es suficiente para poner nervioso hasta a la persona más tranquila.
El estrés puede crear una respuesta física en tu cuerpo, con la liberación automática de adrenalina y cortisol. En este sentido, se ha demostrado que el cortisol tiene un profundo efecto en el hipocampo, lo que puede disminuir tu memoria y la habilidad para hacer más de una cosa a la vez.
Hacer regalos
El hecho de dar y recibir regalos es una antigua tradición navideña y no existe un mejor sentimiento que ver cómo tus seres queridos se ilusionan cuando abren el regalo perfecto. Pero, ¿por qué regalar cosas nos hace sentir tan bien? La generosidad siempre ha estado vinculada con el circuito de la recompensa en nuestro cerebro, causando la liberación de dopamina y endorfinas.
Los investigadores lo han descrito como un "subidón colaborador", el cual experimentamos luego de regalar algo. Los químicos que causan esta exaltación pueden reducir el estrés y aumentar tu deseo de repetir dichos actos de bondad. Así que, aunque puedas quejarte por haber gastado parte de tu sueldo en un regalo para tus tíos abuelos, tu cerebro al menos se asegura de compensarte con un cóctel químico.
Estrechar lazos con familia y amigos
La máxima experiencia navideña involucra sentarse en una mesa con tus seres queridos. Así de simple.
De hecho, es difícil imaginar cualquier periodo festivo sin pensar en tu familia y amigos. El lazo entre tú y aquellas personas especiales puede resultar en la liberación de una hormona llamada oxitocina, conocida en algunos círculos como "la hormona del cariño".
Ésta dirige el comportamiento maternal, la confianza y el apego social. Como tal, la oxitocina puede ayudarte a explicar esa sensación cálida y "rica" que sientes en Navidad cuando estás rodeado de aquellos que amas y en quienes confías.
Dar rienda suelta a los excesos
Comer tu plato favorito y beber un poco más de la cuenta es parte de la experiencia navideña – pero comer en exceso puede afectar a tu cerebro. ¿Cómo? Se ha demostrado que esto activa una ruta que vincula al hipotálamo (cerebro) con el sistema inmune, lo que provoca una respuesta inmune y una inflamación de menor grado.
¿Traducción? Si alguna vez has tenido malestares luego de comer mucho, entonces entiendes de lo que estamos hablando.
Por supuesto, una comida navideña no es algo cotidiano ni mortal, pero cuando comemos en exceso de manera constante y por periodos prolongados, dicha inflamación puede volverse crónica, lo que contribuye a la generación de diabetes tipo 2 y a enfermedades al corazón.
Pero por ahora, no te preocupes demasiado y enfócate en disfrutar. Otra historia será la de enero.
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